Epistemología: entre la utilidad, la confusión y una huelga de acontecimientos
Autor: Diego Merizalde. M. Sc.
La epistemología, al menos en Ecuador, es uno de los campos más pesados, o desconocidos de forma deliberada por toda clase de profesionales que cree que hace ciencia, o que se cree académico.
Aunque ambos términos distan entre sí, hay que tener en cuenta que casi están unidos por una delgada línea, pues los unos redundan en los otros y viceversa.
Esta confusión se debe a que en las universidades o centros de educación superior (cualquiera sea el caso) esta disciplina ha estado casi ausente en la formación de los profesionales.
Se cree que todo el proceso de enseñanza – aprendizaje debe estar cimentado en procedimientos “útiles”, por llamarlo de alguna forma, para la vida que enfrentará la persona que se gradúe de los centros educacionales de tercer.
En otras palabras, se ha privilegiado el “hacer” al “pensar”. Por eso es que en muchas mallas de universidad e institutos superiores se ha suprimido, por ejemplo, cátedras como investigación, cuyo fin no es el “descubrimiento”, sino el “pensamiento”, así como aportar con ideas para el avance de las ciencias, cualquiera sea su naturaleza.
El modelo (o filosofía) del “hacer” se caracteriza por estar cimentado en una base poco cientificista, lineal y poco pesada (leve, como diría Milán Kundera[1]), que se desarrolla bajo la ley de la causa y efecto newtoniana y basada principalmente en un esquema cartesiano.
Sin embargo, la ciencia se abre paso gracias a la aplicación de principios como el de Heisenberg quien propone utilizar la incertidumbre como motor en la obtención y advenimiento del conocimiento.
Ahí es cuando aparece la epistemología que representa una parte de las ciencias que sirve para el estudio no lineal[2] de los conocimientos, así como para verificar sus límites y su validez.
En esta perspectiva, la “episteme” tiene un carácter especulativo y teórico que puede aparecer como poco práctico, por lo cual no debe (no puede) ser aplicado en los procesos de formación de los profesionales.
Así, se podría afirmar, por ejemplo, que la comunicación, la sicología, la sociología, o la medicina no son ciencias, sino actividades profesionalizantes por las acciones prácticas que emprenden en las aulas y a partir de las cuales se enseña a los estudiantes.
Al verificar esto, se obtiene una visión distinta de las ciencias que utilizarían exclusivamente un discurso que parece científico para explicarse y difundir sus conocimientos, pero que no utilizan epistemologías para enseñar a pensar.
De ahí deviene una huelga de los acontecimientos[3] del “pensar” que estaría caracterizado, como lo plantea Jean Baudrillard[4], por un desvanecimiento, una (des)aceleración y una “disminución de la velocidad de los procesos” del “pensar” y “el efecto estereofónico (la sofisticación de los acontecimientos”), lo cual provoca su desaparición de la acción de pensamiento y se concentraría en la función del “hacer”.
En este sentido, Baudrillard se refiere a una forma de gravitación, no de caída hacía el centro, sino de la ascensión del vacío hacía la periferia: acontecimiento que estaría precipitado por el “hacer” y no por el “pensar”.
Por tanto, lo que estaría pendiente es generar un equilibrio simbólico, teórico y práctico entre el “hacer” y el “pensar”, a fin de producir una actualización de todo lo que hasta ahora no era más que una apariencia, una idealidad, para producir una relación inter y transdisciplinaria de las ciencias.
Bibliografía
- Baudrillard, Jean. La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos. Editorial: Anagrama. Barcelona. 1993
- Feyerabend, Paul. Contra el Método. Barcelona. Editorial: Ariel. 1974.
- Galindo Cáceres, Jesús. La Lucha de la Luz y la Sombra. En: Técnicas de Investigación en Sociedad Cultura y Comunicación. México: Addisión Wesley – Parsón. 1998.
- Kuhn, Thomas S. La estructura de las revoluciones científicas. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica. 1972.
- Kundera, Milan. La insoportable levedad del ser. Tusquets Editores S.A.
- Lakatos, Imre. La Metodología de los programas de Investigación Científica. Madrid. Alianza Editorial. 1983.